miércoles, 5 de octubre de 2011

Erratas

Luis Miguel Aguilar publicó hoy (5/10/11) en Milenio un texto titulado "Una errata vasta", que ahora les comparto como un ejemplo de las erratas fantasmas (están o no están) que recorren los textos:


Una errata vasta


Luis Miguel Aguilar




Qué extraño —le digo al camaleón peripatético apenas entra al cuarto donde escribo—. Al cabo de tanto tiempo me doy cuenta de una errata.
—Pues debías empezar por el título. ¿No debe ser “Una errata basta”, en el sentido de que una errata es suficiente para echarlo a perder todo?
—No. Luego vemos por qué.
—Aquí tenías otro título más engañoso: “La errata feasiente”.
—Es lo que todo autor pensaría al encontrar una errata: la rabia o el desconcierto lo llevan a feasiente antes que a fehaciente.
—Hay autores obsesionados con la fe de erratas; en cambio hay algunos, como Borges, que tendrían lo que hemos de llamar fe en la errata.
—Lo recordé, camaleón, porque hace un par de noches el zapato insomne me dirigió una mirada traducible en que por piedad no siguiéramos viendo en la tele una película espantosísima de los 1960, de título It!, sobre la estatua de un Golem que en las noches cobra vida, se escapa de un museo y va a matar individuos.
—Espantosísima, claro, por lo mala.
—Tanto que el zapato insomne y yo mejor apagamos la tele y nos dedicamos a repasar mentalmente el poema “El Golem” de Borges, hasta que nos asaltó una duda y fuimos al texto.
—No entiendo. Cómo que “repaso mental”. Por qué no fueron a leerlo directamente.
—Ahí voy. Te confieso, camaleón, que el poema mencionado de Borges lo he leído menos veces de las que lo he oído, en la propia voz de Borges, desde aquella grabación de la Universidad de Buenos Aires que en México publicó la UNAM en la serie Voz Viva (1968), con la presentación de Salvador Elizondo. De paso, ya que estamos en lo del Golem, vale la pena transcribir lo que dice Borges antes de la grabación del poema: “El primer libro que leí en alemán (que descifré en alemán, mejor dicho), fue la novela Der Golem de Gustav Meyrink. El tema, el tema de un hombre fabricado por los cabalistas, me impresionó. Después leí el libro de Scholem, al cual hago alusión en el texto, y el libro de Trachtenberg sobre supersticiones judías. Mi amigo Adolfo Bioy Casares dice que este poema es el mejor de los muchos, de los demasiados poemas que he perpetrado. Creo que tiene razón, ya que en este poema (si no me engaña la vanidad) se aúnan lo patético y lo humorístico. El Golem es al rabino que lo creó, lo que el hombre es a Dios, y es también lo que el poema es al poeta”. Y es curioso que el zapato insomne y yo encontráramos precisamente en este poema sobre una creación imperfecta, que sin embargo alude a “letras y sílabas cabales”, una errata que se ha conservado más de cincuenta años, desde que Borges, ya ciego, dictó el poema.
—Pero tenías registrada una errata posterior, muy divertida, en la obra de Borges.
—Recordemos la anécdota. Es el año de 1985 y un entrevistador le pregunta a Borges sobre su último libro de poemas. Borges lleva 30 años de ser ciego y dice: “Lástima que no pueda ver si tiene erratas”. Entrevistador: “No tiene erratas”. Borges: “¿Está seguro?”. Entrevistador: “Seguro. Yo lo acabo de leer y no encontré ninguna errata”. Borges: “Entonces ya nada puede salvarme”.
—Borges confiaba en la errata como surtidor de significados involuntarios. Por eso dices que tenía fe en la errata.
—El escritor José Bianco contaba que cuando fue secretario de redacción de Sur, Borges era un colaborador tan grande en todos los sentidos que nunca emitió queja alguna, como otros colaboradores de mucha menor calidad, ante cualquier error de edición. Al contrario, cuando aparecía la revista, Borges iba a agradecerle a Bianco que hubieran incluido su colaboración en el número y agregaba sobre ella: “Mejorada por varias erratas”.
—Volviendo: aquel entrevistador que le aseguró a Borges la ausencia de erratas en ese su último libro (y lo sería, de modo literal: Borges murió un año después) estaba perfectamente equivocado.
–Así es, camaleón. Borges se habría reído hasta las lágrimas. Hay una errata que fue subsanada en ediciones posteriores de su Obra poética, pero en la primera edición de Los conjurados (Alianza Tres, 1985), puede leerse al inicio de un verso en el poema “Sherlock Holmes” en alusión a este personaje: No baja más al baño. Alguien tomó mal el dictado. Borges dictó o quiso dictar: No va jamás al baño. Mediante la errata, Sherlock Holmes iba al baño como todos nosotros, aunque quizás o por lo visto había decidido hacer sus necesidades en el baño de arriba porque ya no quería bajar al de abajo.
—Pues abur y vuelvo al peripato, pero antes, y para volver a la errata del principio, ¿qué encontraron el zapato insomne y tú en “El Golem”?
—Una de las estrofas empieza:
El cabalista que ofició de numen
A la vasta criatura apodó Golem…
—Por vez primera, camaleón, reparé en la errata: Borges debió o creyó dictar, entonces o desde un principio, “basta” y no “vasta”. Según la Real Academia “basto” significa “grosero, tosco, sin pulimento”; y “vasto”, “dilatado, muy extendido o grande”. Una errata vasta: con el tiempo, el basto Golem ya se ha vuelto vasto también conforme no ha cesado de ganar vastedad el increíble poema de Borges.